Frase de la semana

Espero, seas quien seas, que escapes de este lugar. Espero que el mundo cambie y que las cosas mejoren.Pero lo que espero por encima de todo es que entiendas lo que quiero decir cuando te digo que aunque no te conozca, y aunque puede que nunca llegue a verte, a reírme contigo, a llorar contigo o a besarte, te quiero. Con toda mi alma, te quiero.



martes, 13 de septiembre de 2011

La teoría de la balanza

En todo objeto y condición, existe un equilibrio que lo hace estable. Si ese equilibrio se rompe, reina el caos y el desorden, hasta la autodestrucción. Afortunadamente, los seres vivos poseemos cierta capacidad homeostática para restablecer el equilibrio inicial.

Este fenómeno no ocurre únicamente en el interior de nuestro organismo, también ocurre en las relaciones con nuestro entorno, y por lo tanto, con nuestra pareja.
A menudo tendemos a pensar que lo que más le puede gustar a tu chicx es que sean cariñosos con ellos, que tengan detalles bonitos, que se preocupen y en resumidas cuentas, que estén encima de ellos.

Dejando a un lado los casos más extremos y centrándonos en una línea generalista, este es cierto, PERO. Cuántas veces nos hemos preguntado, por qué tal chica va detrás de tal otro cuando es un capullo rematado, o por qué una persona de la pareja se curra en un tiempo límite un montón de regalos y entonces la otra persona los deja al poco tiempo, o simplemente cuándo al fin nos deja de gustar la persona por la que hemos estado tanto tiempo perdidamente enamorados, de repente empieza a estar pesada con nosotros. He llegado a saber de parejas en crisis, que la han superado cuando uno de ellos le ha pedido un tiempo, o le ha puesto los cuernos. Aunque los últimos son muestras más drásticas, los nombrados y otros mil ejemplos pueden explicarse bajo mi hipótesis de la balanza.

La hipótesis de la balanza se encuentra bajo el enunciado: “cuanto más das, menos recibes”.Este enunciado requiere de explicación y aclaraciones.



Pongamos que una relación necesita X pesas para ser idónea, con cierto umbral por arriba y por abajo, que representan el esfuerzo y dedicación que prestamos a la relación. Ahora imaginemos una balanza. Cada persona en la pareja es dueña de uno de los platillos. Si quieres que una balanza esté equilibrada, pondrías el mismo peso en los dos platillos, y si por algún motivo, alguien quitase pesas de uno de los lados, la otra persona también debería hacerlo para que quedase equilibrada de nuevo, y no cayesen los pesas. Pero entonces el número total de pesas disminuiría, alejándose del ideal. Lo mismo ocurriría si ponemos más pesas en la balanza. Ahora bien, lo cierto es que tendemos a no ver la balanza, y solo apreciar el número total de pesas. En la realidad, cuando una persona pone más pesas en su platillo de la balanza, la otra tiende a quitar de la suya, permaneciendo invariable el número total de pesas, pero desequilibrándose la balanza. Ante está situación de peligro, la platilla que más pesas tiene, añade más, y la otra aun quita más de la suya. El resultado final si sigue esta tendencia, es que se rompa el equilibrio y la relación se desmorone. Nos hayamos ante el ejemplo de aquel que colma de dedicación a la otra persona, y una de dos, se acaba cansando de tanto dar, o es la otra persona la que corta debido a lo agobiada que se siente. Igual ocurre en el caso contrario. Si la otra platilla empieza a vaciarse, más atención prestaremos a esa persona, etc.

La solución pues es bien clara. Primero ver si nos interesa mantener o empezar esa relación, y acto seguido tener SIEMPRE en cuenta el equilibrio de la balanza. Si la otra persona  empieza a alejarse de nosotros, lo que debemos hacer es alejarnos también, no olvidando el cómputo total de pesas, que si no es suficiente, tampoco lo serán los lazos que unen la relación. Y si se apega demasiado, ser comprensivos y dedicar más tiempo a esa persona, que posiblemente se halle en un mal momento o sienta que nos hemos distanciado. Quizá alguna persona sienta miedo que al responder de tal forma, el cómputo total de pesas se aleje demasiado del ideal, pero hay que tener en cuenta que prevalece el equilibrio de la balanza, porque si ayudamos a equilibrar, acabará equilibrándose sola, y en un tiempo que a muchos les parecerá asombroso. Si no se soluciona en absoluto, quizá sea que el número de pesas ideal a cada uno es MUY distinto, y recalco el “muy” porque incluso éste tiene a equilibrarse entre ambas personas con el tiempo.


Espero que os sea útil mi resolución.